Es la
mitad de octubre, pero aquí el tiempo o la estación del año no tienen ningún
sentido, los días son todos muy semejantes, el calor y la humedad son una
permanente señal del sur.
Algo
debe pasar allá afuera, los pájaros parecen estar en alerta. Todo lo que uno no
sabe, no ve, no entiende. Tenemos poco afinados los sentidos para estas cosas.
Hace
muchos días que busco los rastros de nuestras miradas que no se encuentran.
Salgo y
me entrego a las nubes, ese es el premio de mis tardes, de mis días.
Es esa
oportunidad que nos da la imaginación, el hecho de poder volar allá lejos, del
otro lado de las fronteras humanas, y saber que este mismo cielo es el que
cubre mi patria, y que irremediablemente será siempre el mismo, quizás con
lluvia, quizás despejado, quizás cubierto de nubes necias, no lo se. Cierro los
ojos y me transporto, el bullicio de las calles siempre vivas es tan
contrastante con las calles por las que deambulan mis pasos.
Uno se
despide de esas cosas con alivio hasta que le hacen falta para sentirse vivo,
parte del mundo que lo rodea.
Ah! La
pertenencia, la sensación de sentirse parte del grupo, y no el lunar, la nota
grave que desafina.
Camino
porque esta es la mejor manera de abandonarse al deseo de la libertad absoluta,
puedo imaginar que este es cualquier lugar en esta tierra. Los pájaros se
avisan unos a los otros de los peligros que les asechan, nosotros no, nosotros
solemos ser animales de grupo pero no de conjunto, andamos de lado a lado pero
no nos damos la mano siempre, ese es el privilegio del altruista.
Avanzo,
hoy el cielo es mas bien grisáceo, y aunque esta húmedo el tiempo, hay esa
brisa, la pequeña ráfaga de viento que te hace sentir la escapatoria del calor,
la huida a la opresión permanente de los días largos y pegajosos del verano
eterno en que se vive en el sur.
Como es
que de pronto uno inventa, uno puede esconderse en conversaciones
imaginarias….pienso en como habría de comenzar a decir que el amor ideal solo
existe en la imaginación, en los libros, en las películas de Hollywood. El eco
de la calle desierta me golpea en la cara porque se que no hay nadie aquí, solo
en la mente se pueden construir todas estas conversaciones perfectas.
Ha
llovido en los últimos días y el agua en el canal esta alta. Un grupo de garzas
blancas visitan la orilla, cambiando el paisaje citadino, trasportándome a la
costa de mi país. Recuerdo esos viajes con mi familia, la que uno no elige, en
la que uno nace y crece, la que te forma, y la que te da estos recuerdos que te
visitan mas y mas a menudo conforme nos hacemos viejos.
Será
que llegara el día en que la imaginación y la realidad coincidan?
Será que
vamos a poder vivir el sueño y la fantasía? Yo ya llego a la mitad de los cien años
y sigo creyendo en la posibilidad de regresar a mi país. Será que llegue ese
cuando algún día?