domingo, 30 de junio de 2013

de camino a Ensenada

Los ecos del ayer delimitan las memorias absurdas que coleccionamos obsesivamente en los bolsillos de la vida.
Hoy voy a visitar a mi mama.  Ella vive en la sinmemoria. Para ella no hay ecos, más bien silencios prolongados que ella llena de recuerdos inventados donde los personajes tienen las caras que a ella más le gustan. A mi los ecos me gritan lo que a veces no alcanzo a recordar con claridad. A veces esos ecos tampoco son reales, a veces recordamos los recuerdos de otros, descubro. Los adoptamos y los asumimos y hasta caemos en esa trampa infinita de los recuerdos adoptados, inventados? No, fueron de otros pero nosotros los adquirimos como nuestros de vez en cuando.
En el temor de la futura vida de la sin memoria yo escribo, procuro escribir para que exista un récord al menos no tan distorsionado de mis pasados, de estos ecos que absurdamente coleccionamos, porque al final a quien le importan, si no a nuestros silencios vacíos de sueños por vivir, porque cuando llegamos al final de este camino han dejado de ser importantes para nadie que no sea uno rumiando sus propios recuerdos.

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