temprano

son casi las once, y yo escucho el tic tac del reloj...hace un par de días dormí en la cama de mi hija Daniela, quise saber, como siempre he querido saber de sus vidas, de lo que sienten, de lo que piensan, miraba sus libros, sus viejas notas en algunos cuadernos y carpetas viejas, leía, y buscaba de alguna forma sentirme mas cerca, menos vieja? dice Natalie que porque me preocupa la vejez, y porque me molesta? y pienso que no me molesta la vejez tanto como me molestan las arrugas :)

Hace calor....y dicen en las noticias que una fuerte tormenta tropical llegara a México, y pensé en la jardinera del techo de la casa de mi hermana. Pensé en que no estoy alla para ayudar si hace falta...

En fin, que la vida sigue siendo una gran tormenta, un enorme chaparrón que nos moja, una gran cantidad de agua que nos envuelve, nos empapa, nos resucita, y al mismo tiempo nos ahoga. La depresión de la edad media, eso es lo que yo tengo, la negación a la falta de sueños, a la falta de esperanza, la falta de concordancia con lo que uno siente que es capaz de hacer y lo que uno es realmente capaz de hacer.

La despedida al cuerpo joven, al cuerpo fuerte, al cuerpo bello. La entrada a la otra mitad, a la otra orilla, la aceptación de que el cerebro nos miente, porque nos sentimos mas jóvenes de lo que nos vemos, porque nos creemos esa mentira que nos juega el recuerdo de quienes fuimos, o de quienes creímos haber sido. Al menos hoy algo que he aprendido es a agradecer, y entonces agradezco, por los años compartidos, por los días de risas, y las noches de sueños tranquilos. Agradezco por la música, el arte, el techo, la comida, la cama, y los silencios. Los viajes, las navidades, los buenos recuerdos. Agradezco que haya quien se preocupe, quien me quiera, quien me consienta, quien me cuide y me mime. Agradezco que mis dos tesoros en la vida, estén bien, estén sanas y sean felices. Agradezco haber tenido esta la oportunidad de reencontrarme con el pasado, con mis recuerdos, de aclarar los malos entendidos, y de sentir que a pesar de todo, podemos seguir existiendo en armonía, y podemos compartir lo que nos quede de tiempo, ayudandonos a entender y a aceptar nuestras realidades, nuestros compromisos, nuestras vidas. Agradezco todos sus buenos deseos, y espero que me alcance la vida para agradecerlo con las acciones, con las sabiduría de los abuelos, y con la fortaleza de sus nietos. Por hoy, por ayer, y por siempre, ojalá que no me deje de interesar mejorar en lo que todavía tenga posibilidad de hacerlo.