Como la muerte anda en
secreto, como dijo Silvio Rodríguez, y no se sabe que mañana, hoy me siento en
el espejo y pienso en lo que la tristeza trae con sus eternas y largas garras.
Me decía alguien muy querido que yo pretendo la tristeza, la tristeza que se
acomoda rápidamente entre mis cuadernos, en el olor del café, en la luz de la
ventana. Entra y me va comiendo de a poquitos, y yo simplemente ni siquiera
lucho en contra de ella. Me le entrego como novia enamorada, somos una pareja
que baila, que no se niega la oportunidad de entregarse con absoluta convicción
al sentimiento.
Decido entrar de lleno al
tópico y entonces, me atrevo a decir que no hay nada más sutil que el llanto,
nada más terrible que la soledad, y sin embargo sé que no estoy sola y que mi
llanto viene de alguna otra parte. La vida está llena de contradicciones. Las
congojas de mi corazón no se irán si me escapo, habrá que llenar de amor los
silencios, las bancas vacías de tanto esperar.
Es difícil poder explicar
lo que siento, difícil entender los orígenes, es difícil decir las partes, los
puertos donde mi barco se quedó esperando que yo tomase ese viaje. La vida no
se detiene, el tiempo avanza y uno se vuelve sabio y viejo, o al menos uno
quiere creer que así es. Pero la sabiduría también se niega conmigo cuando se
trata del asunto del corazón, y vuelvo a querer creer en el amor. No puedo ni
quiero dejar de creer que es posible amar así sin barreras, sin límites,
arrebatada por la poesía, iluminada por la música.
Dicen que la felicidad es
una condición interna de satisfacción y de alegría, seguramente fugaz porque
uno siempre se pone nuevas metas.
Hago una lista interna de
todas esas satisfacciones y de todas mis alegrías, hay tanta luz cuando hago
esa lista.
Puedo con toda certeza
decir que he sido feliz, que he vivido mi vida con tanta alegría y tantas
satisfacciones, y sé que mis hijas han sido el factor fundamental de todas ellas.
Si la felicidad viene de las
satisfacciones y las alegrías de alcanzar esas metas que nos ponemos, supongo
que hoy me hace falta analizar y encontrar las metas que me darán esa felicidad
y que llenaran mi vida de momentos de alegría, y entonces sabré decirle adiós a
mi tristeza, novia eterna, compañera constante de la crisis de la edad media.
Recuerdo a Rogelio Mena y su muy
atinada nota acerca del futuro. Y no, no lo olvido, no olvido que tengo vida
propia, que mis ilusiones del futuro me darán la magia de mi existencia, no
solo haber tenido un par de hijas hermosas J. Sé que lo mágico que ahora veo en ellas viene
precisamente de las ilusiones de mi pasado.
Sacudir el miedo y volar, la vida
es un puñado de sorpresas esperando ser descubiertas.
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