viernes, 24 de enero de 2014

no se

En el 2010 fui a México, fui a ver una exposición de las ultimas excavaciones que se habían hecho en el museo del Templo Mayor. El Templo Mayor que se excavó y se abrió al publico cuando yo era una adolescente. Y como hay cosas que ocurrieron en esa época y que marcaron mi juventud. Gracias a que una amiga de mi hermana mayor tenia de alguna manera contacto directo con los antropólogos y arqueólogos que trabajaban en las excavaciones del templo mayor, yo tuve la inmensa fortuna de ser de las primeras personas que tuvieron oportunidad de entrar a ver algo lo que se estaba excavando. La primera oportunidad de ver a la Coyolxauhqui, ese enorme monolito que mostraba el cuerpo desmembrado de la diosa que representa a la luna.

Años después han seguido restaurando y ampliando el museo y las excavaciones, lo que hoy se ve es enorme comparado con lo que yo recuerdo en aquella primera visita.

No se con que motivo habré escrito lo que encontré hoy en ese mar de notas que luego escribo...


No se, esa es la respuesta, no se. 
Has pensado en todas esas otras partes? En los huecos? En las orillas? En las calles? En los silencios? En los olvidos?

Ayer caminaba de regreso del centro, fui al museo del Templo Mayor. Está una exhibición temporal de los últimos descubrimientos, de la señora de la tierra Tlatecutli. Me transporte al pasado, a los años del ayer, a las tardes de caminatas en el centro, a los días de nubes, a la librería Porrúa, al tiempo en que la vida comenzaba para mi.
Termino de mirar y de no dejar de admirarme de las maravillas que han estado enterradas por mas de 500 años, y de cuanta riqueza existe en el pasado cultural del que somos herederos.
Salgo y la ciudad es un caos, pero no me importa, camino entre vendedores y merolicos, pancartas de protestas políticas, y hay una cola enorme para salir del metro, y la sección de quienes queremos entrar se adelgaza, porque a pesar de ese desorden que gobierna a mi país, hay un orden entendido, y los que van saliendo saben que hay que moverse a la derecha y quienes entramos nos replegamos porque somos menos que quienes intentan recibir la luz natural del mundo allá arriba.
No se, se que esa es la respuesta, no se.
He llenado mis ojos de todo esto que fue mi pasado, y que a pesar de no ser mi presente me llena como no podrías imaginar que me llena. Entro al anden, y miro a las parejas de jóvenes abrazarse, besarse, amarse. Hay una ráfaga de aire tibio que se desplaza en el túnel y nos envuelve, y nos indica que algún tren ya se acerca. Llega el metro y se abren las puertas y tras esos dos minutos se escucha el zumbido del timbre que avisa que se cerraran las puertas.
Yo miro el mundo que fue mío y siento un nudo en mi garganta de saber que no pertenezco a ningún sitio, que no podré nunca volver a tener veinte años, que la vida esta hecha y hay que seguir.

No se, esa es la respuesta.
No se como he de seguir en este andar, en esta búsqueda, pero se que no me detendré, que seguiré buscando porque de otro modo me moriré por dentro.



Y aunque hace ya casi cuatro años de esta visita, de esta nota, se que la respuestas sigue siendo no se, pero también se que no me he dado por vencida y que hemos de andar este andar de la mejor manera posible, sin reproches, sin arrepentimientos, y sabiendo que hemos siempre dado lo mejor que pudimos en cada uno de los momentos vividos.

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