sábado, 16 de abril de 2011

rescatando esos recuerdos

no cabe duda, recordar es vivir, pero compartir los recuerdos es aun mas enriquecedor.
me he preguntado por mucho tiempo que es lo que uno recuerda y que tan cercano es eso a la realidad. Asisiti a un curso de semiologia en febrero y aprendi que cada uno recuerda con base en lo que los hechos significaron para cada uno, esa intra-biografia que se define por lo que vives, y lo que los hechos significan en tu escenario de conciencia. De aquí que cada quien tenga su propia historia. Pienso que si la experiencia fue positiva para ambas partes los recuerdos seran quizas similares, no lo se. Pero uno siempre parece quedarse colgado de los recurdos de aquellas cosas que no resolvio.
Yo por ejemplo por años traté de resolver en mi memoria, ese esperar desemdido de que las cosas regresaran a donde yo queria que regresaran.
En fin que los recuerdos, los gratos recuerdos de lo que fue bueno, especialmente de los primeros años, de los primeros amores, o quizás solo los del primer amor, los que tuvieron la bendición y el encanto de la inocencia, esos, esos son los recuerdos que rescato del cajón del olvido, y les hago una visita, con cariño, con cuidado, y como si estuviésemos en esa maquina del tiempo, nos volvemos a encontrar alla atrás en las memorias de esa juventud linda, sin arrugas y sin canas, sin desvelos y sin angustias.
Miro tu rostro en mi recuerdo, y miro el mío, miro las calles que andamos juntos, y los camellones que recorrimos con gusto. Los días de sol en la escuela, las tardes en la casa de mis padres, compartiendo el tiempo sin limite y sin preocupaciones. Las tardes en el cine o las mañanas en que escapamos de las obligaciones de la escuela. Los viajes en los camiones, las platicas en el zaguán del edificio de mi casa, las cartas y las notas que nos dimos, los besos, los abrazos, el descubrirnos inocentes, genuinos. Que será de esa yo en tu recuerdo, que será de ese tu en el mío?
Aveces creo que seria maravilloso sentarnos en una de esa maquinas futurista, y podernos poner los cascos de cada uno, que yo me pusiera el tuyo y tu te pusieras el mío, y pudiéramos mirar lo que el otro vivió, lo que al otro le significaron los mismos hechos que ambos compartimos pero cada quien vivió en su propio concepto de realidad y de conciencia.
Rescatando esos recuerdos, hoy me encuentro después de casi treinta años, revisitando ese pasado travieso y risueño, que por azares del destino , llegara a mi de nuevo.


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