Como en esos dibujos que se dibujan en la computadora, pixel por pixel, asi se forman las figures de esos recuerdos que tienen ciertas imágenes que cambian en nuestras memorias dependiendo de las tonalidades que les damos. Porque recordamos? Porque nuestra vida es un montón de dibujos, un millón de pixeles que se unen en la memoria para darle forma a la imagen total. A veces esa imagen tiene música de acompañamiento, a veces tiene silencios largos; a veces hay sonido de mar, de olas que se rompen al llegar a besar a su amada la playa, y otras son compuestas por las ráfagas de viento que mecen las hojas traviesas de los árboles de un bosque sin final.
De todos los recuerdos, parece que las pequeñas cosas que llenan nuestros espacios, nuestras vidas con el día a día, no tienen espacio en la memoria, las memorias en blanco, las desmemoriadas, las que no creemos recordar, esas son las que le dan los tonos a nuestros pixeles, les cambian de claros a oscuros a las orillas de nuestras imágenes. Les suavizan las curvas, le dan texturas, los enriquecen.
En mi memoria me veo visitando lugares insoportablemente bellos, montañas, valles, costas, castillos, bosques, ríos, desiertos. Ciudades de arquitecturas impresionantes, calles llenas y otras vacías, altos edificios de ventanas inverosímiles, calles, fuentes, monumentos, estructuras de increíbles estéticas que solo la imaginación del humano es capaz de crear.
Los pedazos de nosotros que recordamos, como en las cámaras del tiempo, como en los museos de las historias, retratan lo que vimos, lo que vivimos, y con lo que nos habremos de morir el día de nuestras despedida a esta linda tierra, donde existiremos después, en las memorias de quienes tocamos en la vida, de una u otra manera, hasta que nuestros recuerdos se borren completamente de la faz de esta tierra.