A la espera
Uno creería que los avances de la modernidad nos acercan, que el poseer un teléfono a la mano nos dan de pronto comunicación sin límites con todos aquellos que queremos.
Uno pensaría qué hay deseo de pasar tiempo juntos, qué hay ganas de conversar y de saber lo que nos acontece. Pero la realidad es que los teléfonos son un hoy en día una intrusión en nuestras vidas. Dejaron de ser esos aparatos que sonaban y a los que corríamos deseosos de ser los recipientes de esa llamadas. Como recuerdo esas tardes de la juventud cuando corría a contestar el teléfono verde de mi casa. O no era verde? Eso ya no lo recuerdo, distintas casa, distintos teléfonos. Yo viví en muchas casa de niña...y de adulta también. Pero en mi casa materna recuerdo haber tenido un teléfono verde, de esos rotatorios, que había que marcar girando el disco de los números. En esa época mi mamá solía decir que no estaba, odiaba que la interrumpieran, así que decía dile que no puedo contestar o dile que le llamo más tarde , o dile que no estoy, lo cual era una absoluta mentira, pero nosotras pasábamos el mensaje tal cual. Yo no entendía su molestia. Yo siempre quería que me llamaran a mi. Mis amigas, mis novios y mis pretendientes. Era lindo oír que dijeran “Rani, te llaman por teléfono!”
Y regreso a esto de las intrusiones y las esperas. Yo pido permiso, envío mensajes advirtiendo que me gustaría hablar con alguien. Cuando es una buena hora para llamarte? Puedes hablar ahora? Estas ocupado? Te puedo marcar? Y hasta hago citas a las cuales mis contrapartes suelen no llegar. “Lo siento, no pude salir a tiempo” o “voy camino a ... te llamo cuando llegue”. Lo peor es cuando no hay nada, solo silencio.... no respuestas.
A veces odio los teléfonos, odio que la gente se olvide que hablar con quienes nos quieren alimenta el alma.
Así pues yo vivo a la espera de que mi teléfono quiera sonar.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario