miércoles, 3 de septiembre de 2014

Siempre hay quien quisiera distinto


Siempre hay quien quisiera ser distinto, nadie esta conforme con lo que le toco  http://www.youtube.com/watch?v=b3iOjPGlhfQ&feature=related
…. La voz sigue su curso mientras me deleita con su música…
es usualmente que al final de otro año, uno hace ese recuento. En esas fechas en que, de manera arbitraria pensamos en lo que hemos hecho, nos sentamos a hacer esas reflexiones, lo que si conseguimos, lo que no, lo que deseamos hacer para el próximo año, lo que nos gustaría poder construir.
Y no, no es el fin de otro año, no se acerca mi cumpleaños, ni se aproxima ningún aniversario. Igual yo me siento a mirar las paginas de mi libro del tiempo, las recorro, las releo, me gusta tocar esos renglones de las historias vividas. Comienzo entones a pensar en lo que uno olvida, en lo que se borra un poquito cada día, y pienso que como mecanismo de defensa, nuestros cuerpos se acomodan en esos recuerdos amables, se arropan con los que fueron dulces, y degustan lo que nos ha dado felicidad.
Recorro los días en que mis hijas eran niñas, y hacíamos toda clase de manualidades diría mi sobrina Mariana. Recuerdo que buscaba recetas para hacer palydough y agregábamos gotitas de colorante vegetal para crear los colores que deseaban las niñas tener. Luego me dio por hacer papel, y en algunos de sus cumpleaños hicimos hojas de papel, creamos marcos de fotografías, espejos, cuadernillos, que se yo. Pienso en los días en que fuimos a hacer caminatas, en los días de playa fríos, en que había que arroparse y ponerse una buena chamarra para que el frío y la brisa de la playa no nos hiciera desear regresar corriendo a casa. Llegaba la marea baja y todas las rocas que parecían de pronto emerger, eran pequeñas piscinas de misterios y tesoros escondidos, listos para descubrir. Entonces nos pasábamos horas mirando a los cangrejos, las anémonas, las estrellas de mar. Recuerdo las visitas a la biblioteca, la hora de la lectura del cuento, la selección de los muchos libros que nos llevábamos a casa para leer. Ahí puedo ver a Daniela pretendiendo leer un libro a su hermana cuando aun no sabia leer, y luego Natalie corrigiéndome cuando yo le leía lo que en verdad estaba escrito en el libro, porque no me creía que yo supiera lo que decía, eso no era lo que su hermana le había leído.
Ojeo y paso a las páginas de las visitas a la casa de la abuela, esa que Natalie decía era una mujer inverosímil que decía groserías y hacia cosas que no se debía. Como un adulto se puede comportar así? Me preguntó alguna vez. Y yo entonces miro esos últimos veinte años de soledad que ella prefirió olvidar.
Y como no queriendo llego a la tristeza de las ultimas fechas. Y pienso en esa carta que nunca envié, esa despedida que afortunadamente no terminé. Entiendo que a veces se necesita estar realmente a la orilla del precipicio para tomar o no finalmente la decisión de saltar.
A veces creemos que el precipicio es la última respuesta… pero el libro del tiempo, mi libro del tiempo me lleva de pronto al principio, a lo que me llevo a enamorarme de esta vida que yo elegí. Y allí están las decisiones que me llevaron a creer que quizás es mas afortunado quien encuentra que el amor, el verdadero amor se construye todos los días. El amor que se hace con la sopa aguada y que se come con los frijoles del desayuno, el amor que después parece que se termina cuando escucho que dejas la ropa sucia junto al pasillo, pero que se recupera cuando sonríes y me abrazas cuando mas se necesita. Entonces pienso que el amor se escribe y se des-escribe todos los días, y uno lo busca y lo pierde, pero en cada instante que parece por siempre extraviado, se vuelve a asomar bajo la taza del café o la orilla de algún libro.
Este libro de la vida, lleno de recuerdos reales e imaginados, me hace recordar y encontrar increíblemente que uno es capaz de ver solo un lado de la vida. Somos miopes de nuestra propia magia, olvidamos con facilidad que las cosas lindas siguen siendo lindas, que están ahí todos los días y que cada instante que vivimos no se repetirá.
Así pues, aunque siempre hay quien quisiera ser distinto, yo quiero atrapar este momento de absoluta certeza.
Yo quiero y se que soy inmensamente feliz.

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