cuando éramos niñas jugábamos a inventar ese mágico futuro, corríamos juntas en la arena y escribíamos con gises en las banquetas, nos inventábamos escuelas y un desfile de estudiantes de juguetes de peluche se alineaban frente a nuestros ojos. Éramos inocentes, deseábamos ser felices, y creo que lo éramos, a pesar de las batallas por la mano de la pulsera de mamá o por sus brazos y sus piernas donde sentarnos, éramos dos niñas que se amaban y que solo podían creer en lo mágico de un futuro imaginario, inventado entre visitas a museos aburridos, de pinturas y esculturas extrañas, donde mamá y papá pasaban horas y horas observando algo que nosotros no podíamos ver; entre viajes largos en auto para visitar a la abuela mas fuerte del mundo, esa que se permitía romper todas las reglas que nosotros conocíamos, y hablaba con malas palabras y decía cualquier cantidad de mentiras blancas; entre los viajes en avión para ver esa otra parte de la familia, la que hablaba a una velocidad impresionante, comía todo el tiempo cosas de muchos colores, y donde mamá parecía ser realmente feliz; entre esos otros viajes para ver a quienes conocíamos como parte de nuestro mundo, porque todo era en nuestro idioma, y donde los juegos de papeles e historias imaginarias ocurrían sin ningún esfuerzo; entre las casas de galletas de jengibre, entre las chispas de colores y las galletas navideñas, entre el silencio de las noches de lluvias de estrellas que papá nos regalaba de vez en vez. Éramos libres de saber y podíamos creer en el mágico futuro, ese mágico futuro del ayer, que hoy sabemos solo pudo existir mientras uno no se entera que nada te prepara para crecer y de pronto saber, que nada en la vida nos advierte que el mágico futuro de la inocencia y de la niñez, el de los castillos de cristal, y las hadas madrinas, solo vive en la viva e inmensa imaginación de un niño, y que la edad y el saber de alguna manera te roba, y te deja casi sin poder seguir.
Entonces comienza la otra mitad, la otra revelación del mágico futuro, el de nuestra realidad. Ese que se construye en el hoy, y que se prepara con tanto cuidado, el que los padres te mencionan casi insufrible número de veces cuando pretenden que la mente de un adolescente logre entender.
Ese mágico futuro que no tiene mas que los ingredientes que cuidadosamente ponemos todos los días, en nuestras relaciones con los demás, en nuestras actitudes para nuestras responsabilidades, en nuestros cumplimientos de las obligaciones y en todas esas oportunidades que tenemos de soñar.
Allí es donde vive ese otro mágico futuro que espero algún día podamos alcanzar.
Hacer descripciones, análisis, a veces poemas, de la vida cotidiana, de las relaciones humanas y sus complicadas formas de ver nuestras realidades. Comunicar a través del amor a las palabras.
sábado, 2 de octubre de 2010
para mis hijas "mágico futuro"
Nací en un país tibio, con gente de corazones cálidos, lleno de música, de frutas de colores brillantes....Me fui a vivir a otro país en donde vi nevar por primera vez, donde las aves migran en los inviernos, pero regresan en las primaveras, y donde nacieron los dos tesoros mas importantes de mi vida: mis hijas.
Siempre me he preguntado donde vive la verdad?
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