No habían platicado desde
hacía algún tiempo. Curioso recordar los años en que se escribieron cartas…ya
nadie escribe cartas hoy en día, pensó. Hoy por algún motivo coincidieron en
ese espacio virtual que es la red y entonces comenzaron a platicar. El entonces
le conto de su casita de los fines de semana y de cómo había tenido que
impermeabilizar el techo. Fotos comenzaron a aparecer en la mini pantalla de su
teléfono celular que hoy en día era su compañía permanente y una necesidad. Era
su contacto con el mundo, el mundo que no le había tocado vivir.
Miro esa alberca que prometía
tardes lindas de verano. Pensó en lo fría que estaría la mayor parte del tiempo.
Entregarse a ese frío... eso no fue exactamente lo que le dijo, más bien simplemente le menciono que era una experiencia única especialmente en el
invierno. ¿Te imaginas lo que es entrar de lleno a una alberca helada en el
invierno?
Las descripciones de las sensaciones
a veces son tan personales, y otras parecieran universales, pensó para sí. Yo
estoy segura que de ser uno de esas personas que caen al agua por accidente,
digamos en el mar, estoy cierta de que sería de las primeras en morir de frío.
Pero entonces leyó el siguiente mensaje “sientes el cuerpo llenito de agujas
finitas y nadas debajo del agua y de pronto tu cuerpo genera calor! Es increíble,
te sientes como vuelto a nacer” y se imaginó que esa era la mejor descripción que
hubiera escuchado acerca de entregarse. Entregarse al dolor, al amor, a la vida
misma.
Luchamos permanentemente
contra esas sensaciones que nos producen miedo, angustia, dolor. Luchamos
contra lo distinto, luchamos contra nuestros propios sentimientos, porque
cuando conoces lo que puede pasar o lo que vas a sentir, ocurre una lucha
interna para no tener que pasar por esa etapa de las agujas finitas miles que
parecen pincharnos todas al mismo tiempo. Entregarse… nada como esa imagen. Un
cuerpo que flota dentro de una masa de agua fría, y no lucha más contra la sensación,
simplemente responde y genera calor. Ciertamente esto es algo que hacemos a
veces, finalmente cuando hemos aprendido a entregarnos.
Se despidieron, y
agradecieron la oportunidad de esa plática corta, de ese encuentro casual en
una noche cualquiera en este mundo virtual.
Entrégate, pensó, deja de
luchar…