Regreso
en el tiempo porque encuentro una nota, no mas bien una carta…. Miro mi mano
escribirla, ese habito de toda la juventud; escribir.
Lo
que no cambia en mi vida, la constante es la necesidad de explicar, de decir,
de utilizar las palabras para ilustrar la idea, en ese canvas que es el papel,
o ahora que nos llego la tecnología, en la pantalla de alguna computadora.
Uno
va dejando esos rastros de si mismo, como para recordarse que fue lo que pensó,
lo que dijo, o lo que intento comunicar.
Leia
lo que escribí y lo que sentía en el momento de haber escrito la carta que,
para variar no mande.
También
eso comencé a hacer con el tiempo, comenzar a escribir cartas y no terminarlas
o no enviarlas para terminar siendo parte de los papeles que habitaban en mis bolsas.
Hice
un viaje a ese ayer mientras recorría mi letra impresa en ese papel del ayer.
Hice memoria de las razones, de los motivos, los que creí tener. Y me doy cuenta que a nadie le sirven
las explicaciones mas que a mi. Me justifico, me doy el permiso de querer dar
sentido, lógica a lo que no lo ha tenido.
Ahora
que veo la juventud de mis hijas golpeándome en la cara me entero de que es sin
explicación que uno elige. Que no hay nada que nos haga necesariamente elegir
una u otra ruta, sino nuestra inmadurez o nuestra precaución.
No
se hoy si elegimos lo mismo por la misma razón o no. Uno quiere creer que así
fue. Y a quien le escribo esto o a que me refiero? A todos y a todo. Esos
caminos de la vida en los que en algún momento nos despedimos de alguna situación,
de algún evento, de alguna persona, de la circunstancia, y que en dicho momento
uno creyó que esa era la mejor opción, el mejor camino por andar y se imagina
que la contraparte opina igual. Y si no fuera así, se le da la explicación, se
le trata de convencer.
Te
convencí? Me pregunto, te di suficientes explicaciones como para que me
entendieras? Te explique con detalle suficiente para que pudieras ver la vida a
través de mi ventana de mi realidad?
Lo
curioso es volver a leer, a releerse a si mismo y sus explicaciones, que son
semejantes hoy, pero que tienen otro color, porque el tiempo las “asepia”
porque uno sigue cambiando, y de pronto las explicaciones tienen otra razón, o
la misma pero que se ve de manera diferente.
Hoy
te escribo esta nota sin saber a ciencia cierta porque la escribo, quizás como
la excusa de poder regresar de algún modo en el tiempo y saber que pensaba, como lo decía,
y si las razones eran las mismas o las había cambiado por otras. Como el
testamento de lo que mi cerebro ponía en el teclado antes del deterioro de la
edad, de la memoria, de la cordura, si es que vivo lo suficiente para saberlo.
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