Como la muerte anda en secreto, y no se sabe que mañana...
Como en cada aniversario de tu partida, al acercarse la fecha, mi corazón vuelve a repetir estas visitas al ayer, a tu final y también a tu otro final, el que llego con la enfermedad.
La perdida de la cordura, por pedacitos, lentamente....cómo viendo ese rompecabezas desarmándose continuamente y sin remedio.
Conforme pasa el tiempo, y uno crece un poco mas, los dolores se visten de nostalgia, los recuerdos se adornan y se re arreglan, algunos se desvanecen casi tan parecido como tu rompecabezas se desvanecía entre cuentos inventados o historias modificadas.
El tiempo, que dice el dicho todo lo cura, hace su labor y aprendemos a recordar sin llanto, a entender lo que ayer nos parecía un verdadero castigo, como un asunto de la fortuita fortuna o la desventura.
Los años y el tiempo nos regresan las imágenes no editadas, volvemos a ver las grandezas y los defectos, las risas, los enojos, el cansancio y el gusto por la comida y los viajes, y el disgusto por el desorden y la mugre. Vuelven los días de fin de semana con música y haciendo primero todos los quehaceres, el mandado, la lavada de la ropa, y después las salidas, ya fuera algún museo, a visitar al abuelo, o a una de esas fiestas multitudinarias que se acostumbraban con comilona, acordeón, guitarra y todo lo demás.
Y me vuelvo a alegrar de verte a veces en mi boca o en mis pies. De encontrarte también unas veces en mis hermanas o mis sobrinas y otras en mis hijas.
De cantar tus canciones que tanto te gustaban o de imaginarte tomando el café conmigo en las mañanas, de platicarle a mis sobrinos de tus muchos comentarios inoportunos o con doble sentido, porque tu siempre bromeabas como jarocha.
Me vuelvo a envolver en esos recuerdos de tus llamadas desde la cocina para que te pasara un jitomate y una rama de cilantro mientras yo estaba en el segundo piso haciendo tarea o quién sabe que. Tú no necesitabas que estuviésemos cerca para pedirnos ayuda o colaboración.
Y asi volvemos a doblar ropa juntas, a recitar juntas, a leer juntas, a mirar el mar juntas.
Y te visito en mis memorias y eres una vez mas joven. Esa es la magia de los recuerdos. Vuelves a ser la que fuiste, sin olvidar, sin inventar, sin modificar.
La muerte que no deja de andar siempre rondando, nos recuerda que también puede ser el descanso, la liberación o el fin del castigo.
Y así entonces agradezco, te sonrío y te cuento que ya no trabajo, que me jubilé y que hay días en que tomo una siesta al medio día. Que toco la guitarra y recientemente aprendí a tocar una zamba de Zitarrosa. Que ya tengo una casita en La Paz y que allí pasaré los inviernos.
Nada cambia aunque todo sea distinto. Te sigo queriendo y te sigo extrañando y también a veces, en días como hoy, la nostalgia me envuelve en sus brazos y el llanto aparece de por medio.
Siempre en mi corazón y en mis recuerdos, querida mamá.