se desviste lentamente en su armario del ayer.
Regresa a su estado natural de deseo y tibieza,
Y se desliza con suavidad bajo las notas de una canción antigua.
Por fin liberada de sus temores o dudas
Avanza sobre colinas y valles de una piel distinta
La juventud les ha dejado rastros de lo que fue,
en su lugar descubre nuevas trampas con nuevas texturas.
Acaricia sin temor ese cuerpo tantas veces conocido,
Recorre y reconoce sus caminos del ayer.
Y esos dedos cansados sienten el calor en esas yemas tan llenas de sabiduría
Sumergidos en placeres diminutos que se agolpan al compás de sus latidos
Ya sin prisa, ya sin miedo, casi casi atrevida
No hay sentencia no cumplida
La caricia vuelve a ser