Recorro los rincones del olvido y reviso las orillas de la vida donde uno dejó que el silencio llenara el espacio y la luz se convirtiera lentamente en sombras. Hay un polvo fino que cubre todo y mientras avanzo veo las huellas detrás de mis pasos descalzos mientras la luz de una linterna busca algún rastro de lo que creímos haber guardado y sin querer hemos olvidado con mucho cuidado.
¿Qué buscas? Escucho esa voz de la conciencia. ¿Qué pretendes rescatar?
Reviso cada una de esas hojas amarillas que parecen retener el olor del olvido… me detengo en cada reinglón y suspiro. Se dibujan de nuevo las sonrisas de ese ayer que nos pusiera en este mismo camino. Los finales son siempre el anuncio de los principios. Creí que debía prepárame para el final desde el principio y no sabía que contigo el para siempre sería un hecho.
Así es como este salón que guarda esos recuerdos se fue haciendo oscuro y lleno de cuadros y retratos de otros “yos” que se enamoraban de la vida juntos. Entonces creíamos que lo importante estaba siempre situado en el otro y en el uno como si no pudiéramos ver más allá de nuestros cuerpos físicos. Entonces la vida nos dio el regalo de las hijas, esa extensión de uno mismo que te enseñan todas tus cualidades y todos tus defectos en grandes lecciones de la vida. Aprende uno a separar lo que creía necesario de lo que realmente es necesario.
El aire del cuarto de los recuerdos de pronto es menos denso, y puede uno ver como el polvo se va elevando al abrir una gaveta nueva y sacar otros papeles guardados en algún folder sin rótulo. La maravilla de las sorpresas viejas vuelven a llenar nuestros corazones.
Recuerdas con nitidez la sencillez de la juventud, los problemas eran tan insignificantes ante nuestros ojos inexpertos y no había tanto ruido el sistema, como dirían los expertos en la tecnología de hoy.
Como poder tomar un viaje en el tiempo y volver a vernos como fuimos en aquellas páginas del ayer. Como poder sentir de nuevo esa sensación de imposibilidades conquistadas simple y sencillamente porque sentíamos ese inmenso amor.
¿A dónde se va ese amor ciego que nos llenaba la vida de la juventud? ¿Se va del todo? ¿O se vuelve otro tipo de amor?
Camino de nuevo y ahora hay luz y puedo ver las hojas flotar en el cuarto del silencio que está lleno de sonidos del ayer y por un segundo vuelvo a sentir esa alegría que llenara los días del ayer.
Bailo, vuelo, canto…y regreso los papeles, las fotografías, los pedazos de mis rompecabezas a su estado original. Apago la luz mientras camino de nuevo hacia mi nuevo yo.
Entonces te pregunto si tu recuerdas y que recuerdas del principio. Somos los mismos aunque ya seamos otros, te sigo admirando, te sigo queriendo y quiero seguir construyendo nuestro cuarto oscuro donde el polvo se vuelve a acumular porque hemos podido seguir guardando memorias y recuerdos para re visitar en un futuro sin miedos, sin rencores, sin distancias. No tenemos que ser perfectos, solo somos quienes elegimos ser en el final y en el principio, donde aprendimos a construir juntos esta cuadro en el olvido.