A tan solo un día de mi cumpleaños escucho una de esas canciones que tienen un millón de metáforas y analogías de Silvio Rodríguez y me quedo suspendida en ese instante en que muchas cosas de pronnto se agolpan en mi memoria.
Siempre me pregunto porque será que la música me lleva a tantos sitios en los momentos más inesperados. Mientras hago estas elucubraciones baja un colibrí a beber néctar y en su rápido batir de sus alas, me parece una imposibilidad que este maravilloso pajarito pueda existir. Mi madre siempre hizo mis cumpleaños días especiales. Cultivó en nosotros ese sentimiento de ser el centro aunque fuéramos cinco. Todas siempre tuvimos un día para nosotras, donde cada miembro de la familia tenía la obligación de dedicar el mejor de los tesoros que tenemos en la vida, su tiempo.
Tengo esa memoria de una blusa rosa y un traje blanco con su falda para estrenar en mi cumpleaños muchos años atrás ya. Miro mis manos cortando el pastel y sonriendo...casi como si pudiera salirme de mi misma y mirarme como en esas fotografías que todavía conserva mi papá.
Confíeso que desde que ella se fue, mis cumpleaños me parecen un poquito simples, aun cuando en sus últimos años ella se haya olvidado de felicitarme, siempre fue ella quien lo hizo ser especial.
Y porque pienso en todo esto? Quizás porque hoy cuando ya no soy joven, y cuando mis centros se han ido a hacer sus propias historias, yo tengo que seguir reinventándome cada día, buscando encontrar esas miles de razones para celebrar que aquí seguimos festejando cumpleaños año tras año. Aun cuando mis manos sean torpes y poco fuertes y no me dejen abrir las botellas o los frascos de la comida. Y aunque miles de tardes me duela la rodilla o me moleste la comida, porque el sistema digestivo ahora protesta por casi cualquier cosa.
Pues si, mañana será mi cumpleaños, serán 54 y sin remedio, comenzará la cuenta regresiva una vez más. No hijas, no hermanas, no papá o mamá para festejarlo, solo mi compañero de vida, con quien comencé esta carrera de la adustez. Y eso debería de ser suficiente, pero a veces no lo es.
Quizás porque mi niñez sigue jugando en tu playa dijo Joan Manuel Serrat... soñadora siempre, y deseando poder regresar, no en el tiempo sino a la cercanía de todos los que quisiera pudieran venir a compartir su tiempo conmigo en mi día.
Crecer nos hace saber que la realidad es que los cumpleaños, los años nuevos, las navidades, y todas esas celebraciones que ocurren sólo en un día, no tienen relevancia sin todos los otros días en que nos toca estar cerca, y en que nos podemos dar el lujo de regalarnos los unos a los otros nuestro tiempo.