lunes, 31 de diciembre de 2012

soy feliz


Miró el reloj, no podía creer haber dormido tanto, últimamente se despertaba muy temprano, sin razón de ser, pero hoy le habían dado las ocho y media y ella seguía durmiendo placenteramente en su cama.
Recordó sin saber porque los días de invierno en su casa de infancia, una de tantas, sus padres parecían gitanos, y las casas de infancia eran varias en sus recuerdos. Recordó esas mañanas frías sin calefacción en que te levantas a fuerza de la cama porque todo esta helado, el piso, los muebles, el aire.
Cuando era niña nunca imagino que viviría tan lejos de los suyos.
Pensó en su madre, pensó en los fines de semana, pensó en que los sábados y los domingos eran de trabajo en casa temprano, de ir al mercado, de hacer la limpieza. Hoy no era el fin de semana, sin embargo no había labores, era el final del año.
Que distinto era el destino que le había tocado, que distintos los caminos caminados. Quien era esa mujer que la miraba desde el otro lado del espejo cada mañana cuando se vestía, cuando se arreglaba para ir a trabajar.
Se miro las manos, ahí había muchas líneas, misterios no descifrados, secretos quizás, quien pudiera adivinarlos.
Era el ultimo día del año, y a pesar de ser una de esas fechas en que el mundo entero se prepara para celebrar, ella no sentía ni tenia la prisa del resto del mundo por arreglarse y salir a festejar.
Finalmente se había entregado a sus decisiones, sin quejas, sin llantos, sin nada por reclamar.
Uno llega a ese sitio, cuando aprende que no hay nada mas bello en la vida que la vida misma, no hay necesidad de llevar la cuenta, de hacer reclamos, de llorar pasados no vividos.
Esta es la verdad mas grande a que se había enfrentado finalmente, sus decisiones, sus consecuencias, con sus virtudes y sus defectos, por primera vez en tantos años de andar encontraba paz, tranquilidad, se sentía plena. 
Sonrió... abrió la regadera y dejo que la lluvia tibia de su baño le envolviera, soy feliz, dijo para si, soy feliz...